Como los seres amarillos pre-construidos que somos, vamos encaminados en el continuo (e irremediable) avance del tiempo. En tal avance, nos vemos tentados a enfrentar a un Ser violeta, al parecer invisible pues nunca se muestra como tal.
Al Ser alterno solo le importa el Azul y trata de evadir al Rojo.
Es siempre inútil, como humanos, solo imaginar dos opciones. Pues, al escoger una, estamos ignorando millones de puntos más, que irónicamente, pueden hacer pasar por el color contrario en cualquier momento sin que nos demos cuenta.
Al Ser alterno solo le importa el Azul y trata de evadir al Rojo.
Es siempre inútil, como humanos, solo imaginar dos opciones. Pues, al escoger una, estamos ignorando millones de puntos más, que irónicamente, pueden hacer pasar por el color contrario en cualquier momento sin que nos demos cuenta.
Todo pasado amarillo afecta de manera directamente a la persona que lo posee. Siempre bajo el título de yo debo. Recordando a nuestra "madre" inculcándonos ciertas ordenes bajo constantes repeticiones: «Tú debes ser alguien en la vida», «tú debes ser siempre bueno» y también con: «tú no debes exponerte a tal cosa, es peligroso», etc.
Somos seres creados, por lo que nosotros vemos como 'madre'.
¿Y entonces, qué papel juega el violeta?. Como ya mencione antes, es el Ser alterno dominado totalmente por lo que él cree que es azul. Al que solo le importa la auto-satisfacción. El que ignora, o más bien, niega todo lo que se le ha dicho en el pasado, casi al grado de imprudencia.
Entonces, hasta el momento, tenemos dos caminos; uno situado a la izquierda de color amarillo y el último, de color violeta, situado a la derecha. La ironía está en que cualquier camino tomado nos llevara al mismo punto de partida.
Somos seres creados, por lo que nosotros vemos como 'madre'.
¿Y entonces, qué papel juega el violeta?. Como ya mencione antes, es el Ser alterno dominado totalmente por lo que él cree que es azul. Al que solo le importa la auto-satisfacción. El que ignora, o más bien, niega todo lo que se le ha dicho en el pasado, casi al grado de imprudencia.
Entonces, hasta el momento, tenemos dos caminos; uno situado a la izquierda de color amarillo y el último, de color violeta, situado a la derecha. La ironía está en que cualquier camino tomado nos llevara al mismo punto de partida.
Todo ser humano debe ser capaz de enfrentar a estas dos opciones y obtener un tercer camino, uno situado en el centro. F. Nietzsche lo llamaba «enfrentar al león del yo quiero, con el dragón del yo debo».
S. Freud le tenía un nombre a cada camino; a uno le decía superyó y al otro le llamaba ello, siendo el Yo el que se veía afectado por ambos. Sin embargo, el Yo siempre debía decidir el qué camino seguir, sin tener uno realmente propio.
Los principios de Entropía nos dicen que todo el universo, en su avance por el tiempo, está en un lineal desorden (destrucción). Que cualquier acto de creación (sin que podamos hacer algo) llevara a la destrucción de una segunda 'creación' y que sin más, el sacrificio será en vano. Ya que la creación de esa "segunda cosa" realizada gracias a la destrucción de una primera, conforme el tiempo, también será 'desordenada'. Tal destino provisto en el violeta de cada uno de nosotros no debe atormentarnos, pues es inevitable. Ese futuro no se puede cambiar. El amarillo siempre quiere volverse violeta y luego pasa al revés. Cuando llegamos a la punta de la pirámide y resbalamos hasta la base, creyendo que seguimos arriba. Es un ciclo, como la vida misma. Como la muerte y el nacer. Como Eros y Tánatos. Que son de color amarillo y violeta, respectivamente.
Es por eso que para obtener el camino central, uno de color gris, se debe enfrentar con esas dos caras de la moneda. El león y el dragón deben morir a causa de ambos. El Yo debe hacer del poder de influencia de sus aconsejadores algo nulo. Para darle cabida a su propio destino. Pero no ignorando el conocimiento aprendido gracias a ellos.
Esta crisis existencial debe ser la ultima. El ciclo tiene que llegar a su fin para ya no volverse a repetir. De esa manera tendremos la certeza de que ha sido la última renovación y por tanto, la verdadera. La grande finale.
Así el sentido de destrucción, dictado por la Entropía, tendrá sentido. La destrucción como forma de creación. El que Graham Greene escribió.
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Tomar un papel amarillo. Poner en él tus metas y tus anhelos. Y dibujarte en él tal cual te vez. Tomar un fosforo de color violeta y sin más, como esta predicho. Quemarlo.
Observar la bella ceniza gris.
Y luego reír ante el drama de la destrucción de lo plasmado en aquel amarillento papel. El mismo que fue reducido a cenizas debido al sacrificio de un mísero fosforo.
Y luego reír ante el drama de la destrucción de lo plasmado en aquel amarillento papel. El mismo que fue reducido a cenizas debido al sacrificio de un mísero fosforo.
¿Sera acaso que 'el niño' puede surgir de ahí?. Como el ave fénix que vuelve a nacer en sus propias cenizas. ¿O como el jabón creado con lejía, que limpia nuestros mugrientos cuerpos en un acto de desesperada renovación?.
Solo queda reír.
